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Reportaje

El pueblo indígena que resiste a la palma africana y al extractivismo: los tacanas del norte amazónico de La Paz

5 de julio de 2024

En tiempos de cambio climático, cuando se espera una mayor conciencia ambiental en las políticas gubernamentales de un país responsable de importantes pulmones verdes de la región como Bolivia, las autoridades buscan más que nunca explotar el desgastado modelo extractivista que provocó esta problemática en primer lugar. Sin embargo, mientras el Estado boliviano busca impulsar medidas anti ecológicas, surge en medio de la selva amazónica un atisbo de esperanza: la nación indígena Tacana, que se impone para defender su hogar y sus recursos naturales.

El pueblo indígena conservacionista y autónomo

Los tacana son un pueblo originario de la Amazonía, asentado alrededor de los ríos Beni, Madidi y Tuichi, en los países de Brasil, Perú y, principalmente, Bolivia, en los departamentos de Beni, Pando y el norte de La Paz. Esta nación indígena se encuentra dividida en 23 comunidades que responden al Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA). Su ubicación geográfica hace a los tacana responsables de una gran biodiversidad, pues su territorio protege corredores que conectan al área protegida Madidi, la cual alberga a miles de especies animales y vegetales, al mismo tiempo que es uno de los pulmones verdes de nuestro país y región.

 

Los tacana son un pueblo que, a pesar de las presiones externas para deforestar a gran escala, ha mantenido una sólida autonomía sobre su territorio y la gestión de sus recursos, así como una visión hacia la conservación del medio ambiente. Mientras que en otras comunidades y pueblos indígenas los recursos llegan a estar en manos de empresas estatales o privadas, que explotan sus recursos de manera irresponsable e indiscriminada, en las comunidades tacana son ellos mismos quienes realizan la extracción: “Nosotros, como TCO Tacana, nos caracterizamos como conservacionistas, preservamos la vida silvestre, los ojos de agua, las nacientes, las vertientes, la fauna y flora”, afirma el dirigente y secretario de Recursos Naturales y Turismo del CIPTA, Miguel Ángel Chipunavi.


La extracción maderera ha sido por mucho tiempo la actividad productiva principal para los tacana. Sin embargo, tal como afirma el CIPTA, sus reservas madereras se encuentran agotándose, por lo que necesitan encontrar actividades económicas alternativas y sustentables. “Independientemente de que sea un recurso renovable, desde nuestro objetivo, nuestra cosmovisión indígena, la gente ya se ha dado cuenta de que la explotación de la madera y los recursos que tenemos en nuestra naturaleza no es amigable con el medio ambiente ni compatible con los pueblos indígenas. Por ende, se están buscando otras alternativas y mecanismos de desarrollo para los pueblos, de manera más sostenible, sin explotar, sin dañar el medio ambiente y la naturaleza”, afirma el secretario de Educación y Cultura de la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), Noé Marcos Macuapa.

El Consejo Indígena del Pueblo Tacana, el edificio más importante en Tumupasa.jpg

La palma africana y su unánime rechazo

En el contexto del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, el gobierno boliviano promulgó la Ley N° 1098 en 2018, enfocada en diversificar y aumentar la productividad agropecuaria. Como parte de esta iniciativa, el presidente Luis Arce Catacora decretó en 2021 la implementación del "Programa de Fomento a la Producción de Especies Oleíferas", a ejecutarse por el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) durante 2022-2026. Este programa, respaldado por el Decreto Supremo 4764, autoriza la transferencia de hasta Bs 402.751.356 al INIAF, todo ello con el objetivo de impulsar la producción de especies oleíferas y contribuir a la industrialización y reducir la importación de combustibles al país.

 

Las condiciones atmosféricas y edáficas en el TCO Tacana I son propicias para el cultivo de palma aceitera. Sin embargo, el INIAF no socializó adecuadamente el proyecto con el CIPTA. Según el secretario de RRNN, representantes del INIAF se acercaron a algunas comunidades sin previo aviso, intentando obtener firmas para acuerdos, prometiendo oportunidades laborales y desarrollo económico. Estas acciones resultaron en explotación laboral, particularmente de mujeres tacanas, pues se denunció que ellas trabajaban por un pago de 50 bolivianos al día. El 7 y 8 marzo del 2024, los corregidores del CIPTA se reunieron para discutir esta situación, rechazando enfáticamente la implementación del proyecto en su territorio debido a las irregularidades en su socialización y los abusos ocurridos en las comunidades involucradas: Esmeralda, San Isidro, Santa Ana, Altamarani y Bella Altura.

 

Según Esteban Sanjinés, abogado de la Fundación TIERRA, la etapa de transición que experimentan los tacana los volvió más vulnerables frente a propuestas gubernamentales como la del INIAF. Se sugiere que el INIAF aprovechó este momento de vulnerabilidad para acercarse a ciertas comunidades antes de la reunión general, generando preocupación sobre la transparencia y ética del proceso de implementación del proyecto.

 

Esta medida estatal va en contra de todo un marco legal que se lleva construyendo en el país a lo largo de las últimas décadas destinado a reconocer el derecho de los pueblos indígenas a la consulta libre, previa e informada, como la Ley N° 3085, promulgada en 2005, que reconoce el deber del Estado de realizar esta consulta antes de ejecutar cualquier medida administrativa que afecte directa o indirectamente a un territorio indígena. 

 

Ante esto, la principal línea de acción legal que podrían seguir los tacana sería presentar acciones de inconstitucionalidad, para lo cual existen dos modalidades particularmente relevantes: la acción incidental o concreta, y la acción popular. Estas acciones podrían dirigirse tanto contra las normas sectoriales que vulneran su derecho a la consulta previa, como contra los actos específicos del INIAF en la implementación del proyecto de palma africana.

 

Sin embargo, los tacanas enfrentan varios obstáculos significativos en este proceso. Existe un fuerte debilitamiento de la institucionalidad pública y el Estado de derecho en Bolivia, lo que dificulta la defensa efectiva de los derechos indígenas. Además, el TCP está sometido a la voluntad del mismo poder político que ha conculcado el derecho indígena a la consulta, lo que reduce significativamente las probabilidades de obtener una resolución favorable.

Negligencia y resistencia

La inserción de la palma africana sin consulta previa es sólo un episodio dentro de la larga historia de abusos hacia los que los tacana se tuvieron que enfrentar. Existe un modus operandi ya bien conocido entre las comunidades, que en su momento aplicaron empresas como EMAPA o el Ingenio Azucarero EASBA y que ahora el Estado vuelve a utilizar. Ingresan a la comunidad sin realizar la consulta previa y prometen a los indígenas una vida mejor y de mayor riqueza, cuando lo que termina ocurriendo es que los recursos naturales son saqueados y los indígenas que trabajan son explotados laboralmente.

 

“Ellos, al principio, han entrado a las comunidades con el fin de mejorar su calidad de vida, mejorar y mecanizar la producción, pero no ha sido así. Por ejemplo, hacían un contrato con las comunidades por 10 hectáreas, les desmontaban 5 y, cuando tocaba hacer rendición de cuenta, ellos debían por 10 hectáreas, como si se hubieran desmontado 10 hectáreas. Desmontaban en algunas comunidades a una, dos hectáreas, pero ya tenían las deudas de 5 o 10 hectáreas. Lo mismo ha sucedido cuando han recogido las cosechas. Tenían que recoger 5 hectáreas o 2 hectáreas, pero han cosechado y nunca han cubierto la cuenta. Al contrario, seguían con cuentas más elevadas con el tema de la maquinaria, el combustible y cosas así”, cuenta Chipunavi, quien afirma que estas irregularidades son las que derivaron en explotación laboral y, del mismo modo, en fuertes endeudamientos con el Estado que muchos indígenas tienen hasta la fecha. “No han mejorado su calidad de vida. En vez de estar mejor, ahora están peor”.

 

De igual manera, los incendios forestales son una problemática que afecta cada vez más a los pueblos indígenas, y los tacana no son la excepción. El monitoreo realizado por el CEJIS-CPTA registró, entre enero y octubre de 2023, 25.270 focos de calor acumulados en 49 territorios indígenas, distribuidos en seis regiones de tierras bajas del país. En el territorio Tacana I se reportaron 1.401 focos de calor en este mismo periodo, a lo que los indígenas denuncian inacción y negligencia por parte del gobierno. “El incendio ha sido la vida más difícil de los pueblos indígenas. Hemos tenido que tragar durante cinco meses esa humareda. Consecuencia de eso, ha habido niños y ancianos enfermos por tragar el humo. No había agua. Y después de eso vino el post incendio. No había qué comer porque todos los productos se habían quemado”, afirma el secretario de Educación y Cultura del CPILAP.

La huella de los incendios forestales.jpg

Alternativas sostenibles y desafíos

En la búsqueda de preservar su territorio, los tacana se encuentran explorando alternativas de producción ecológicas y amigables con el medio ambiente, a la vez que buscan concientizar a las comunidades para evitar la deforestación a gran escala. Berónica Marupa Chao, presidenta del Consejo Indígena de Mujeres del Pueblo Tacana (CIMTA), indica que el actual Plan de Gestión Territorial Indígena (PGTI) tiene vigencia hasta 2025, y están buscando generar planes más sostenibles que conserven la flora y fauna de la región.

 

Por un lado, están adoptando un enfoque hacia el policultivo, sembrando múltiples especies en una misma área. Estas prácticas ayudan a prevenir la erosión del suelo, mejoran su salud y reducen la incidencia de plagas y enfermedades. Entre sus principales producciones están el arroz, la yuca, el plátano, el cacao, el café y los cítricos. Sin embargo, este tipo de proyectos enfrenta desafíos significativos: “El tema de palma africana es un proyecto estratégico para la sustitución del biodiesel, desde otros combustibles fósiles”, señala el abogado experto en derechos indígenas Leonardo Tamburini. “Entonces, estamos hablando de que no puede competir un proyecto de frutos secos contra un proyecto estratégico millonario". No obstante, Tamburini sugiere que estas alternativas podrían utilizarse de manera creativa para alejar la palma africana de los territorios indígenas.

 

Asimismo, los tacana mantienen una agricultura a pequeña escala y manteniendo técnicas ancestrales y orgánicas que no dañan el medio ambiente. “Pero no queremos quedarnos con eso, queremos trabajar mejor, produciendo más cantidad con más calidad, pero buscando otros mecanismos. Yo sé que hay otros mecanismos para trabajar sin dañar el medio ambiente, se puede sacar más cantidad y más calidad, pero sin necesidad de usar agroquímicos, entre otros. La idea es eso, tener más cantidad y calidad, pero de una manera sostenible”, afirma Macuapa. Los tacana están buscando el apoyo de ONGs para expandir estas prácticas a más comunidades y para concientizar a la gente sobre la importancia de estos métodos agrícolas.

 

Otra actividad económica sostenible que genera importantes ingresos en ciertas comunidades tacana es el turismo, también conocido como “la industria sin chimenea”: “Ha sido un legado de nuestros padres conservar y cuidar el medio ambiente para las futuras generaciones, y en ese legado hemos incluido nosotros la actividad turística”, cuenta Macuapa. “En el año 1995 se crea el Parque Nacional Madidi, en el cual se disponen leyes muy fuertes para los indígenas que nos atan de pies y manos, pero hemos buscado mecanismos de desarrollo de manera amigable y sostenible y nos hemos abocado a la actividad turística. El turismo nos ha sacado a flote y, como pequeña comunidad, nos hemos convertido en un mini Estado y hemos generado economía y recursos para nuestra propia gente, para nuestra propia comunidad e inclusive para otra gente de la región, porque nos ha podido exigir que tengamos más personal, como guías, cocineras, motoristas, meseras, entre otros.”

 

El secretario del CPILAP enfatiza en el efecto multiplicador del turismo, pues de esta actividad se benefician todos los comerciantes y trabajadores de la zona. “Si no fuera eso, ¿qué sería de estas comunidades? El turismo tiene una gran trayectoria que ha marcado a los pueblos y por ello es que seguimos apostando por esta actividad, y vamos a seguir trabajando y luchando. Porque es una manera también de hacer frente a las otras iniciativas extractivas que tiene el gobierno”.

Como afirma la presidenta del CIMTA, los tacana se enfrentan a una lucha sin descanso para frenar las amenazas y defender sus recursos y territorio. “Son, puedo decir, enormes monstruos con quienes tenemos que enfrentarnos día a día”. Y esta tarea se vuelve aún más difícil cuando es el Estado quien, en lugar de proteger a los pueblos indígenas como indican las leyes, manda las amenazas y busca coartar la libertad de estos pueblos por un beneficio económico que ni siquiera recibirán.

 

“A los indígenas nos han tildado de opositores al desarrollo de Bolivia, ¿pero, desarrollo a costa de qué? ¿Cuántas muertes de indígenas? ¿Cuánto se va a deforestar? ¿Cuánta pérdida va a haber de nuestra fauna y flora? No es que seamos opositores al desarrollo. Somos respetuosos de nuestra naturaleza y cuidamos este pulmón del mundo. La gente de la ciudad debería volcarse a apoyarnos a los pueblos indígenas que cuidamos este hermoso paisaje, esta naturaleza, este pulmón del mundo”, es como cierra Noé Marcos Macuapa su testimonio, quien llama a la sociedad boliviana y a la comunidad internacional a repensar el modelo extractivista del país, demostrando que los tacana son un ejemplo excepcional de la defensa del medio ambiente que el mundo necesita con urgencia seguir e imitar.

Reportaje escrito y material audiovisual elaborado por:

Fabricio Lobatón y Alejandra Almaraz

Esta investigación fue realizada en el marco del “Fondo concursable de periodismo de investigación sobre la Amazonía boliviana y justicia climática”, organizado por el IPDRS, con apoyo de OXFAM y ASDI.

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