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Recuerdo de mi amistoso parlante - Rory Breaux

Recuerdo de mi amistoso parlante - Rory Breaux

No quisiera ensuciarme con lo superfluo y tampoco es de mi agrado deshacerme de los
misterios. No es importante detallar cómo entablé amistad con tal personaje, sólo diré que lo
conocí en algún restaurante de Valparaíso como también llegué a conocerlo en Pensilvania.
Un hombre tan glamoroso como su nombre, Antón Medina; puede que haya nacido en la
República Checa o en algún restaurante de París o en el calor del Paraguay.
Fue él quien mandó la primera carta y desde ese momento nos aseguramos de palpar
nuestras más grandes ansiedades en hojas amarillas, siempre perfumadas y sin corrección
alguna.
Soy yo el que debe admitirte esto, nuestras vidas privadas no nos interesan, solamente eran
estas reflexiones las que llegaron a hacer de nuestra amistad algo elevado, un sentimiento
que no puedo explicar.
Después de un silencio que me trae una tristeza exuberante, recopiló distintos pasajes de
sus cartas para intentar inmortalizar a mi amistoso parlante.
Después de diez meses y once días, no recibo cartas de Antón, el viejo de cincuenta años
que llegó a entregarme sus enseñanzas.
Hoy le doy gracias al viejo. Espero con todo mi corazón que estos escritos le entreguen una
ayuda para tocar las nubes con la punta de los dedos.
Reflexiones.
-
Pero entonces, ¿dónde realmente puede admitirse la falta?
La caída a los abismos solo puede ser presenciada por aquellos que tienen la gran
decencia de simplemente abandonarse completa y enteramente; uno de los valores
cristianos que sigue por consiguiente a la fe es la renuncia. Renunciar a nuestro absurdo y
dejar que nos lleve a donde tenga que hacerlo.
Cualquiera que decida saltar al abismo, sea propio o comunitario, no le debe ninguna
explicación a aquellos que nunca desean hacerlo. Siempre llega la gran acusación propia
que nos persuade a pensar que cada acción inevitablemente nos llevará a la nada
completa, tocar con la punta de los dedos el gran mar del nihilismo y a pesar de todo seguir
caminando por la tierra, ahí se encuentran los caracteres realmente fuertes; mantener la
empatía por el humano y el respeto a todo aquello que nos repele es la acción de la
verdadera nobleza. ¿Cómo podría uno llegar a desvirtuar a un santo, enterneciéndome por
su modestia y su dulzura, sin llegar a tocar la genuina barbarie?
En su gran medida, no desearía llegar a la poética, puede que mi carácter y mi
romanticismo me lleven consecuentemente a luchar por la igualdad de los hombres y
mujeres; sintiendo mi universo de esta manera, llego a soltar genuinas lágrimas por los
sufrimientos diarios que llega a tener nuestra población.
-
Son los pensamientos más simples los que llegan a agradarme más, a pesar de cualquier
tentativa que uno tenga siempre existirá la doxa, es por eso que me agradan más los
caracteres simples y ridículos en su medida. Suerte tiene el que nunca conoció a un
príncipe que quiera reivindicar el mundo.
-
Tal vez existe cierto tipo de vínculo entre todo aquello que puede ser espiritual y todo
aquello relacionado a la ciencia y los números. ¿Cuál sería realmente el punto de excluir la
física y la matemática de la creencia espiritual?
Si suponemos una metafísica a los objetos que existen en nuestra vida cotidiana, también
debemos suponer una explicación teórica de fenómenos sin ninguna utilización práctica al
día a día; la física y la geometría no tienen usos prácticos en lo cotidiano, el vendedor tendrá
que seguir sentado en su puesto, esperando que algún cliente habitual llegue para poder
asegurar una compra y tal vez escapar fugazmente del aburrimiento. La teoría de la
relatividad se le hará completamente inútil en sus horas de trabajo, pero la contemplación
de todo aquello que se hace inexplicable y que puede darnos juegos mentales para
desarrollar algo más la curiosidad es un lindo sueño que personalmente deseo creer.
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Hay días en los que solo me dedico a estar con mi familia. Después de distintas
conversaciones llego a entender a fondo cómo funcionan los secretos, que tan colorida
puede ser el alma de una persona cuando escuchas su voz, en qué medida uno entrevé su
éxito y conquista; en días como estos salgo a caminar por la noche, con sosiego reposo mis
ojos en las estrellas, y siento que realmente llegan a entenderme.
-
De vez en cuando en la historia aparece un carácter lo suficientemente fuerte para admitir
su renuncia y su sacrificio, una persona revolucionaria solo tiene una importancia grave
cuando decide aceptar su porvenir y salta hacia su propio abismo. A fuerza de encontrarnos
una comunidad nos adaptamos a los alrededores, a fuerza de querer encontrar nuestra
revolución, no hacemos más que caer en los abismos de la comunidad.
Esta increíble caída hacia la posibilidad es donde reside el cuarto oscuro al que nosotros,
pequeños niños del pensamiento, le tenemos tanto miedo por no saber que hay realmente
al otro lado de la puerta.
Aun en este sentido uno puede correr hacia sus gustos, al final del día, por más que esta
oscuridad sea vertiginosa, una mente elegante puede reírse de su propio abismo.
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Lo suyo era construir un espacio lo suficientemente abierto para que siempre esté pasando
el aire. Hoy fue un café en una terraza con Nené, mañana será alguna tentativa de optimizar
el espacio del hogar para que salga más aire del que entra y ayer fue un dejarse como ser
ambiguo ante sus amigos; sus arranques siempre aseguraban un espacio amplio para que
siempre entre un nuevo flujo de aire, de gente, de ideas, la amalgama completa del universo
en un ir y venir de soplidos o pinturas de Juan Miró, colores y formas que se iban mostrando
de forma efímera para que él pudiera desarrollar su interpretación de forma autónoma,
evitando siempre cualquier influencia de cualquier otra persona.
Era una renuncia impresionante ante cualquier cosa que se asemeje a algo concreto. Sería
ignorante si llego a juzgarlo de impertinente. Un impertinente rechaza de mal gusto
cualquier idea que no llegue a sosegar su ingenio, con el añadido de que esté no tendrá
problemas para saltar cualquier análisis y saltará directamente a rechazar cualquier cosa
presentada; a mi querido amigo no le interesaba en absoluto cualquier idea o argumento
que pudiera existir y eso constituía el placer que sentía por escucharlo todo. Una viva
pasión por todo aquello que simplemente es, admitiéndose un alma que existe, suponía que
debía también ser todo lo qué hay en este espacio. Uno le hablaba de los castillos de siglos
pasados mientras otro le contaba de sus infamias y las acciones atroces que tuvo que
tomar; algunos le hablaban vivamente de la astrofísica mientras insufribles le hablaban
educadamente para ponerlo en alguna trampa y asegurar su victoria sobre él. Mi estimado
amigo nunca fue culpable de injusticias ni prejuicios, un alma tan enfocada en expandirse
tanto como el cosmos es incapaz de juzgarse, añadirse títulos o reproches es convertirse en
la misma piedra que uno debe de cargar; dejarlo todo y simplemente convertirse en palabra
y ojos, en cuerdas vocales y un olor a lavanda, en un tener la piel suave y la cabeza en el
color naranja.
Veo deshonesto marcar el comienzo de su vida con la continuación de su muerte. Mi amado
camarada no puede ser definido, cualquiera que decida opinar de él, cuál fuese que sea su
opinión, se estará hablando a sí mismo de alguien que llegó a ser un poco más grande que
el universo entero.
-
En estos diarios llegó a explicarte íntimamente todo lo que no llegue a poner en palabras
para los demás. En mi honestidad más clara puedo decirte que el sufrimiento se hace más
suave sabiendo que ahora tú igual podrás ver los colores de mi pensar. Debo pedirte
perdón, porque siento haberte privado de mi honestidad tanto como yo lo hice conmigo
mismo.
-
Una parte significante de mi corazón piensa en el alma como una vista clara del ocaso, un
color blanco en el que cualquier color puede llegar a resaltar, pero también existe algo
dentro de cada uno, un caja oscura en la que incesantemente caemos. Un vértigo infinito
por la muerte y la enormidad del universo, nos suponemos buenos o malos, a sabiendas
que nada de eso importa realmente; caemos en esta caja donde nos suponemos nosotros,
se arma nuestra personalidad para con los demás y hay algo que se pierde de uno, un
sentimiento dulce que se suelta espontáneamente para volver a la oficina, a las tiendas, los
cafés, uno se supone libre y por eso nos buscamos respuestas en tanta indiferencia, en
tanto silencio. ¿El universo realmente tiene interés por nosotros? Una idea, algo tan simple
como una creencia te arrebata de lo amargo, hace que la caja tenga persianas claras y
brillantes, decoradas y hermosas, ¿debería renunciar?
Dejar esa caja y enfrentarse de lleno en todo el tedio, la existencia; el mundo tan injusto y
nosotros plácidamente hablando del buen karma mientras millones mueren por razones
triviales, ¿será este un simple arrebato de emoción o realmente estoy llegando a aceptar al
mundo cómo es?
No como lo veo, como lo percibo, pero como es.
Miles de piedras flotando en un lugar sin destino, un silencio que nunca repetirá alguna
palabra o se acercará a nuestros oídos, hay que dejarlo.
Las flores seguirán creciendo después de mi muerte, las guerras sucederán activamente a
lo largo de la historia, la injusticia será persistente; en este dolor, en este sangrar del
corazón que llegó a sentir al pensar en todos aquellos que no tienen otra alternativa que
una realidad cruda, es ahí cuando yo también puedo dejarlo todo, puedo renunciar al mundo
y dejarlo tal como es.
Dejar que todas las cosas simplemente sean; darme la libertad de ver.
Es en este tipo de invierno en el que decido resguardarme en mi mismo; en momentos
como este solo pienso en los colores cálidos que tiñen mi alma.
-
Con todas mis preocupaciones metafísicas, pienso que el intercambio de nuestras cartas es
lo único que realmente llega a darme claridad; en las palabras que escribes llego a
encontrar algo cálido, siento un abrazo hogareño, mi alma se siente plena.
-
A Sibylle había que hablarle de forma netamente metódica, uno no podía simplemente
acercarse para proponer su duda metafísica (únicas dudas que podría responder Sibylle en
tremendo invierno); yo caminaba tranquilamente por nuestro pueblo proponiendo diferentes
tentativas para romper el tedio mientras Sibylle compraba té y confiterías para dejar de
pensar en el frío que hacía en su Alemania o para no responderle a su madre excusándose
que está cenando y no puede hablar.
Estancia increíblemente terrible: me pongo a recordar. Llega a mi la imagen de Sibylle
vistiendo su chaqueta de cuero antes de salir a comprar un refresco al supermercado y
vagar por su frío país germano buscando su Kibbutz, ella también buscando cualquier cosa
que abra un poco la tela que cubre la conciencia y por fin ver cosas vivas; aquí será
escuchar el viento afuera de la ventana, disfrutar este verano y dejar que el kibbutz se
encuentre en la noche, en cualquier bar donde un incentivo, una sonrisa y terminas
gratamente enamorado por los siguientes días. Un juego entero buscar cualquier llave en un
pueblo como el nuestro, en Alemania sería el reconocimiento del aprendizaje, una libertad
más grande para crear mientras que acá se destruye, Sibylle, acá tienes que sentir la llaga
abrirse de poco a poco hasta que tu único remedio es hacerlo algo, un dibujo, una prosa, un
verso, todo eso sale por la vía del dolor, por la vía del recuerdo; todo está en la sangre, en
ver a tus semejantes vagando infinitamente.
Están los que emigraron a Estados Unidos o Europa para justificar su ir errante mientras
que algunos optaron justificar su país por vía de vicios o sacrificios para las más grandes
libertades. Las almas sensibles son las que más dolores tienen acá, para ellos no significa
nada saltar al abismo ya que esté persiste de forma indirecta; sales de casa en la mañana,
cruzando la ciudad ves a personas viviendo en la calle, algún niño que tuvo la suerte de
dormir bien antes de pedir dinero en las avenidas y hay un hombre inconsciente echado en
la calle; solo ojos cansados pueden soportar tales paisajes, para los demás, es simplemente
la llaga que se abre y no deja de doler.
Tú estarás absorta en otro de tus paseos por la ciudad, acariciarás el lomo de algún perro
de la calle y luego a comprar confitería al Quartier Latin, tomar el tren, volver a la casa de tu
tía para tomar el té y seguir planeando más viajes y más visitas; yo estaré caminando por la
calle España, absorto en librerías donde ocultare una tanda de libros en mis bolsillos,
saliendo a la reconciliación de un hombre que vive de idea y la realidad que se embriaga sin
compañía alguna.
Iré por los mismos museos de siempre, le dejaré un cisne de papel a la camarera del café La
Recoleta y mis amigos lanzarán diferentes monedas para comprar el paquete de tabaco y
los papeles para armar un cigarro antes de que venga la Municipalidad, gritos, insultos y
nadie tiene encendedor. No hay nada que hacerle a estos días donde soy más verbo que
ser pensante. Salir de la ducha, cambiarse lo más rápido posible e ir en búsqueda de algo,
romper la vida por vía del absurdo, hacer que cada día respire un poco más de aire o que
en la noche le llueva a alguna señora de la calle y le crezcan enormes pinos en la cabeza o
en sus gatos.
Encontrar el centro como uno se duerme después de las más increíbles fatigas; pasear por
el parque y saber qué árbol constituye el centro del parque: las hojas se muestran en
completo detalle, las otras personas que pasean se quedan congeladas en cada pincelada
del cuadro, todo se muestra como un solo conjunto sin ninguna parte individual.
Vuelvo a casa, busco algún centro en el que refugiarme y caigo en la reflexión, ¿dónde
estaremos? Entre un continente y el otro, yo te mando cartas desde Sudamérica hasta
Europa, el centro del océano donde los navíos, las gaviotas, los peces. Un punto inerte
donde ambos bandos se pueden encontrar, un punto en el trópico de cáncer, donde se
puede mirar hacia el cielo y se verá un departamento blanco, una cama desatendida, una
taza de té y un plato en el suelo, una ventana que deja ver una calle llena de árboles pero el
cielo gris y la mujer de cabello rizado sentada al lado del cristal.
Salir a calle, ir sin rumbo hacía la nada, pasar por el parque y de nuevo el departamento
blanco, un olor a café y la mujer que me mira.
Salir al parque, cruzar la calle para comprar cigarrillos para Adgalle, desviar un poco la
mirada para estar al encuentro del cabello rizado, una blusa negra, una falda blanca,
esperar a que se dé la vuelta; romper el tedio con los nervios, con el añorar, romperlo todo
con esta ansia de que se dé la vuelta y sea la Maga, otra vez acercarse para decir alguna
bobada, contarle de algún poeta o decir que esto igual es un Mondrian, un Klee, relacionar
nuestro encuentro con la magia o lo esotérico, decirte que Lily te leerá las líneas de tus
manos y verte sonreír porque las estrellas, los astros, el destino.
Un incendio, Sibylle, necesito que alguien me de tema de conversación, que me den algo
que leer o mínimamente algo que fumar; tal vez tu eres el centro y por eso estar contigo es
darle respuesta a todo aquello que ningún filósofo puede entender por vía analítica.
El tiempo te quita toda ilusión, la mujer se da la vuelta y aún con mi cinismo me acercaré a
ella para usar nuestras palabras, explicarle un idioma que no le sirve ni recordará pero yo
tan feliz riendo de haber encontrado nada y tener que seguir con la vana esperanza de que
yo despierte, vea las tazas en el suelo, las paredes blancas y Sibylle absorta viendo la lluvia
mientras yo me levanto de la cama para poder darle un beso.
-
Fuerza inerte sin ningún movimiento directo: el arte sin intención.

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