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Viajando por el mundo con seis cuerdas: conociendo a Marcos Puña

6 de junio de 2024

El Certamen Internacional de Barcelona Miquel Llobet es uno de los más prestigiosos concursos para jóvenes guitarristas en el mundo. En 2011, el primer premio de esta aclamada competencia se la llevó un guitarrista boliviano, de origen orureño. Sin embargo, a pesar de la enorme alegría de llevarse este honor y llevar al país en alto, el ganador del Miquel Llobet se encontraba internamente frustrado, pues, la misma noche de la final, el guitarrista australiano John Williams, su ídolo personal, se presentaba a tres o cuatro kilómetros del lugar en el que él se encontraba. Era posiblemente su única oportunidad de verlo en vivo. Luego de la recepción, con su guitarra de regalo y otros objetos, corrió a su alojamiento, arrojó todo y corrió esos tres, cuatro kilómetros hasta llegar al concierto. Sudando y cansado, logró ver el concierto de Williams completo, la misma noche en la que fue galardonado a nivel mundial.

 

Marcos Puña nació en Oruro, Bolivia, y empezó a tocar la guitarra a los 13 años cuando se encontraba viviendo en Cochabamba. En su adolescencia estudió en La Paz con el maestro Gentaro Takada, empezó a dar clases a los 17 años, se graduó como Profesor de Guitarra del Conservatorio de Montevideo, hizo dos posgrados en el Conservatorio del Liceo de Barcelona y obtuvo una licenciatura en Pedagogía en Bolivia. Fue alumno de grandes maestros internacionales como Eduardo Fernández, Eliot Fisk y, uno de sus mentores y modelos más importantes, el uruguayo Abel Carlevaro. Actualmente sigue con la docencia, dirigiendo encuentros y concursos de guitarra en el país, y como intérprete solista.

“Toqué el concierto de Aranjuez por primera vez en 2004. Yo creo que, a lo largo de los años, ha ido cambiando y ha ido madurando mi interpretación de este bello concierto, el más famoso concierto de la guitarra con orquesta."

Para Puña, el ser profesor es tan importante en su vida como ser solista, siendo Carlevaro el maestro que le transmitió esta idea de enseñar e interpretar en un 50-50. “Creo que no podría renunciar a ninguna de las dos facetas porque ambas son tremendamente apasionantes para mí”, afirma. Encontrar maneras cada vez más óptimas para poder transmitir su conocimiento de una buena técnica y una buena interpretación son retos importantes para él dentro de la docencia, a menudo subestimada e infravalorada dentro del medio, y, asimismo, la buena técnica y la buena interpretación son retos constantes al desarrollarse como intérprete y solista.


Dentro del mundo de la interpretación, Marcos Puña ha acumulado experiencia interpretando en vivo, tanto en solitario como con orquestas acompañantes, y grabando diversos discos (de música española y latinoamericana, específicamente), experiencias que el guitarrista percibe muy diferentes entre sí. “La guitarra tiene la facultad de que puede tener sonidos más marcados y asimismo velarlos, ablandarlos más en otros sitios”, describe Puña. Cuando toca solo, puede jugar más con los matices y dinámicas, las sutilezas, así como profundizar el pianissimo si así desea y exige la interpretación. Por otra parte, cuando toca con orquesta, necesita hacer una marcación más fuerte y un rasgueo más definido, pues, en sus palabras, está “dialogando con un gigante”. Y finalmente, grabar en un disco se trata, para Puña, de la “obsesión con la perfección”, pero sin perder la expresividad y el alma de la música.

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A lo largo de la trayectoria de un músico, es común que este se encuentre interpretando la misma obra en momentos diferentes, lo que le permite notar una evolución tanto en su forma de tocar como en su relación interna con ella. Esto es lo que le pasó a Marcos Puña con el Concierto de Aranjuez, del compositor español Joaquín Rodrigo. “Toqué el concierto de Aranjuez por primera vez en 2004. Yo creo que, a lo largo de los años, ha ido cambiando y ha ido madurando mi interpretación de este bello concierto, el más famoso concierto de la guitarra con orquesta. Ya que después de aquello, el 2007, por ejemplo, me fui a España para hacer un posgrado y este estaba basado en la guitarra flamenca y la música española. Entonces adquirí diferentes maneras, por ejemplo, de hacer los rasgueos, diferentes maneras de marcar algunos sonidos que antes no tenía.”

 

Marcos Puña ha viajado por todo el mundo dando conciertos junto a su guitarra. Ha pisado los escenarios de Colombia, Venezuela, Argentina, Chile, Perú, Estados Unidos, Brasil, Inglaterra y otros países. Esta amplia presencia internacional, tanto como intérprete como estudiante, le ha permitido adquirir una perspectiva clara respecto a las diferencias que pueden existir entre ser músico en Bolivia y migrar al exterior. Irse al exterior puede parecer una alternativa sencilla, sin embargo, es importante saber qué es lo que el país en cuestión puede ofrecer al músico y lo que el músico tiene para ofrecer. “Más allá de que la realización pueda ser gigante o pueda ser modesta, las personas, para ser felices y para que después no se vean imbuidas de algunos sentimientos negativos, necesitan un margen, un nivel de realización.” Esto se refiere a que los músicos necesitan ser conscientes de sus capacidades y sus limitaciones, más allá de la motivación que puedan tener.

 

Respecto a la elección de ejercer la profesión musical dentro del país, Puña afirma: “en Bolivia hay mucho por hacer y es un terreno fértil, pero también, en cualquier situación en la que uno trabaje o donde cumpla su labor, hay situaciones donde tienes que tropezar con algunas cosas que no son tan favorables”. Ser músico en un país como Bolivia es una tarea compleja, con poco apoyo de las distintas entidades, constantes obstáculos y momentos difíciles, pero tenemos el privilegio de que para muchos profesionales de la calidad de Marcos Puña es una lucha que vale la pena pelear, pues siguen presentes en el país, brindando su talento y conocimiento a toda una población que valora la cultura y está igual de interesada en su desarrollo.

Entrevista: Alejandra Almaraz

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