
Acerca de la postironía
Fabricio Lobatón
27 de marzo de 2024
En su influyente ensayo de 1993 "E Unibus Pluram", el reconocido novelista David Foster Wallace ahonda y expande la idea de la "postironía" o “ironía trascendente”. De esta manera, propone una nueva forma de expresar la sinceridad y vulnerabilidad que emergen de las cenizas de la ironía agotada y omnipresente en la cultura pop contemporánea. Casi tres décadas más tarde, las ideas de Wallace sobre la postironía siguen siendo asombrosamente visionarias y pertinentes, especialmente al analizar las complejidades del discurso mediático en la era de las redes sociales e Internet.
En el corazón de los argumentos de Wallace yacía la preocupación de que la ironía se había convertido en un mecanismo de defensa vacío y agotador en sí mismo. Como escribió, "la ironía ha tenido efectos tan corrosivos como los que presumiblemente existían para disipar". Ya no había una forma de comunicar sinceridad o compromiso emocional genuino sin acudir inmediatamente a un guiño y una mueca sarcástica de protección.
La postironía, entonces, es un intento de encontrar "formas extraoficiales de rebelarse contra la insatisfacción", creada por este ciclo interminable de auto-referencias irónicas. Es así que se vuelve una vía para recuperar ciertos elementos de sinceridad y autenticidad emocional sin abandonar por completo los códigos irónicos ampliamente compartidos. Esto se describe como una especie de "ironía trascendente" o un "nuevo modo de hacerlo válido, el hablar de nuevo con convicción ingenua". La postironía reconoce la ironía como un lenguaje cultural establecido, pero luego la subvierte desde adentro, permitiendo momentos de vulnerabilidad y conexión más genuinas.


En la era de las redes sociales, los memes y la cultura viral de Internet, las ideas de Wallace sobre una era que supera la ironía ha cobrado una nueva relevancia. De hecho, uno podría argumentar que la postironía es ahora el idioma nativo de gran parte del discurso en línea y el marketing digital. Los memes, videos, publicaciones y campañas publicitarias más exitosas y virales en plataformas como TikTok, Instagram y Facebook a menudo emplean múltiples capas de ironía, referencias culturales internas y auto-referencias. Parodian e ironizan sobre géneros y tropos establecidos como una forma de conectarse con audiencias cada vez más escépticas y sofisticadas en los códigos de los medios.
Según el crítico literario Adam Kelly, quien en su libro "The Novelty of Youth" (2016) acuñó el término "la ficción postirónica" para referirse a una serie de obras literarias recientes que emplean estrategias que trascienden la ironía al estilo de Wallace. la ficción contemporánea adopta un "tono sincero que es extremadamente autoconsciente de su sinceridad y alterna entre la vulnerabilidad emocional y el distanciamiento metaficcional." Es una forma de narrar que combina momentos de desnudez emocional con capas de autoconciencia y comentario reflexivo.
Kelly identifica la tetralogía "Substance" del británico Ben Lerner como un ejemplo paradigmático de esta nueva ficción postirónica. En novelas como "Leaving the Atocha Station" y "10:04", Lerner emplea un narrador en primera persona extremadamente autoconsciente que teoriza sobre el acto mismo de novelar incluso mientras relata sus experiencias emocionales íntimas. Esta alternancia entre emociones desnudas y metaficción reflexiva crea un efecto postirónico que Kelly vincula directamente a la influencia de Wallace. Es una forma de reconocer los códigos artificiosos de la narrativa, pero también de insistir en la posibilidad de acceder a verdades humanas profundas.
La configuración de las dinámicas de producción de contenido en línea refleja un proceso similar al identificado por Kelly en la literatura. Así, la mediación de las relaciones sociales en línea se ve influenciada por una dinámica que reconoce su propia artificialidad, pero que continúa participando en la representación pública de uno mismo y de sus ideas en este nuevo entorno digital. Como escribió Wallace, "las edades al criar a una generación entera invirtiendo gran cantidad de su tiempo de vigilia viendo televisión tenían que significar algo". Hoy, esa observación podría extenderse a las innumerables horas que las nuevas generaciones invierten activamente produciendo, consumiendo y comentando sobre el contenido de las redes sociales. Sin embargo, los ejemplos verdaderamente exitosos de memes, videos y marketing de alto impacto también contienen un grado intrínseco de sinceridad y conexión auténtica. Es ahí donde entran en juego las ideas de Wallace, ya que, "la verdadera rebeldía progresista en las artes masivas tiene que venir de un espíritu de transgresión espiritual real, alguna manera de violar o trascender las convenciones anestesiantes del Mero Espectáculo Ingenioso".
Fredric Jameson quien primero utilizó el término "postirónico" en 1984 al teorizar sobre las lógicas culturales del capitalismo avanzado en su ensayo "Postmodernism, or The Cultural Logic of Late Capitalism". plantea las nociones de sarcasmo y postironica como un síntoma de cómo la ironía se ha convertido en un fin en sí mismo, una "medida de sofisticación", en lugar de una herramienta literaria. Ya no se utiliza para desenmascarar verdades incómodas, sino que se ha estancado en un ciclo interminable de auto-referencia y cinismo vacío. Estas son características que Jameson detecta de la era posmoderna y su relación con el capitalismo de consumo. La imposibilidad de un arte "postirónico libre de parodia" impulsada por el carácter ilusorio del tiempo espectacular refleja la dificultad de acceder a experiencias auténticas en un mundo saturado de imágenes, simulacros y mercantilización. "Lo bueno de la ironía es que disecciona las cosas...El problema es que, una vez que se ha desenmascarado, ¿qué hacemos?", es algo que se cuestiona Wallace.
Teóricos posteriores como Lee Konstantinou y Timothy Bewes han sugerido que la postironía en realidad se encuentra en una tensión irresoluble con las condiciones del capitalismo posmoderno. Mientras la postironia aspira a superar el cinismo y frialdad de la ironía, al mismo tiempo no puede escapar por completo de su lógica mercantilizadora. Según Bewes, esta idea corre el riesgo de convertirse en un "nuevo cinismo hipster" cooptado por el capitalismo de marcas, donde la supuesta vulnerabilidad emocional se convierte en una estética más de consumo vacía. La sinceridad se transforma en una pose más sofisticada de ironía. Así, aunque la postironia de Wallace nació como un rechazo a la alienación y falta de trascendencia espiritual en el capitalismo tardío, se advierte que este impulso también puede ser absorbido y neutralizado por las mismas fuerzas del mercado que busca contrarrestar o como David Foster Wallace menciona:
“Pocos artistas se atreven a intentar hablar sobre cómo redimir aquello que está mal porque parecerán sentimentales y naíf a todos los «ironizadores». La ironía ha pasado de ser liberadora a ser esclavizante. Hay un gran ensayo en alguna parte que tiene una frase sobre la ironía: es la canción del prisionero que ha acabado por amar su celda.”