
Las tensiones aumentan: Sobre el ingreso de Suecia a la OTAN
Isabel Panozo
19 de marzo de 2024
La solicitud sueca para el ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), finalmente, ha sido aprobada, convirtiéndose en el miembro número 32 de una de las alianzas internacionales más grandes. Pero, ¿qué conlleva su adhesión?
Suecia se destaca por ser uno de los países más neutrales de la historia, negándose a participar en las dos grandes guerras y manteniéndose al margen de los conflictos militares por alrededor de 200 años. Sin embargo, después de que iniciaran los ataques a Ucrania por parte de Rusia, en 2022, la nación decide tomar partido para unirse a la OTAN y así colaborar al freno del expansionismo militar ruso en el continente.
La adhesión de Suecia provee a la organización de algunas ventajas competitivas en la carrera armamentista contra China y Rusia, ya que el país es reconocido por sus políticas de defensa que se fortalecen con el desarrollo de su propia tecnología bélica en caso de invasiones extranjeras. Pese a que su cuerpo armado tiene un número bajo en tropas, su flota de submarinos y su escuadra de aviones están más que preparadas para acoplarse en la defensa de Ucrania.
Gracias a ello, también puede obtenerse un mayor control para defender las costas de los militares en el mar Báltico, con excepción de la costa rusa. Dejando una puerta abierta a la posible instalación de una base de la OTAN en la isla sueca de Gotland que permita una reacción más rápida a los conflictos bélicos para trasladar equipamiento militar y tropas a Lituania, Letonia y Estonia. Por otro lado, no todo se trata de ventajas para la OTAN, sino que, al ingresar, Suecia puede gozar del derecho de defensa por parte de la alianza, en especial, ahora que la mira de Rusia está puesta en esta nación.

No obstante, con su adhesión, el panorama actual se complica. Fuera de su unión a la OTAN, Rusia y Suecia comparten enredos que están presentes desde las primeras expediciones vikingas hasta las guerras del siglo XIX, que definieron las fronteras suecas. A pesar de que no comparten límites directos, el país nórdico resultaba un rival más en el dominio marítimo, que ahora parece encontrarse cada vez más lejos para el gobierno de Putin. Rodeado de miembros de la organización, el acceso a San Petersburgo y a Kaliningrado se ve limitado.
Las fricciones aumentan en el litoral báltico, albores de guerra con las últimas declaraciones de China y Rusia que amenazan con desatar una guerra nuclear, la inseguridad aumenta a nivel global. Los ataques ucranianos en ciudades fronterizas como Bélgorod y la movilización de tropas rusas hacia los límites con Finlandia, marcan el fin de las negociaciones con Rusia, lo que fue mencionado por el presidente Francés Emmanuel Macron.
Europa trata de unirse cada vez más, lo que puede verse en los intentos de producir armamento bélico para Ucrania desde Alemania, Polonia y Francia, sin embargo, las alianzas se quedan cortas. La ayuda se ve retrasada por los conflictos políticos estadounidenses y, ante la reciente reelección de Vladimir Putin, se espera el siguiente movimiento ruso en respuesta a los últimos hechos. Lo único concreto es que ahora Suecia se ha convertido en otro objetivo más de los ataques de la izquierda euroasiática, que se enfrenta con mejores números y provisiones a la resistencia ucraniana.