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23 de abril de 2025, Día Internacional del Libro

 

En el mundo abundan libros e historias como abundamos seres humanos. Cada historia se encuentra ahí, esperando ser encontrada, crear una conexión con el lector, hacerlo cuestionar su relación con el arte, las emociones, la espiritualidad, el amor y la vida, y así preservar su existencia.

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¿Qué libro cambió tu perspectiva de las cosas?

A continuación, 5 respuestas, 5 reseñas.

Emilia Badani

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Arráncame la vida

Arráncame la Vida, la novela de Ángeles Mastretta que cambió, sin vuelta atrás, mi perspectiva de las cosas y hasta mi propia vida. Esta obra narra la historia de Catalina Guzmán, joven mexicana que se casa con el general Andrés Ascencio, ambicioso y peligroso político durante la década de 1930. A pesar de ser tan solo una niña cuando conoce a su futuro esposo, Andrés la corteja descaradamente, aprovechándose de la situación humilde de su familia. En tan solo unos cuantos meses, Catín (apodada así por el general) se casa con el político cuarentón y comienza una vida nueva. Utilizando lenguaje coloquial, descripciones vívidas y muchas metáforas, la autora cuenta la experiencia de una mujer llena de deseos de libertad, enfrentándose a la opresión, a las expectativas que trae su matrimonio y a la dura realidad de una vida política; arrastrando al lector hacia lo más profundo de su propia imaginación; dándole vida a la historia de forma divertida y fácil de leer.


En tan solo dos semanas me vi sumida en el texto de Mastretta, no pude dejar de leerlo y durante muchas noches soñé con la historia de Catín. En retrospectiva, por sobre todos los cambios que este libro provocó en mí, creo que cambió irreparablemente mi perspectiva hacia el amor. Tras muchos años de matrimonio, la protagonista conoce al encantador director de orquesta, Carlos Vives, quien casi inmediatamente se convertiría en su amante. Carlos se vuelve el símbolo de la rebelión de Catalina en contra de Andrés, se vuelve un faro de luz alumbrando su búsqueda de libertad. A pesar de que Carlos era afín al cuadro político opuesto de Andrés, este hombre despierta en ella una curiosidad casi infantil y muchas ganas de querer vivir bajo el umbral de sus propias reglas.


Entonces, ¿por qué cambió mi perspectiva del amor? Por primera vez después de mucho tiempo, leí acerca de una historia de amor desenfocada de la típica temática de la pareja ideal vs la pareja actual – para Catalina, su amor por Carlos no se trataba enteramente de él o de su personalidad encantadora y desafiante. La mujer habría descubierto por primera vez su amor por la libertad, una libertad desligada de Andrés o de cualquier otro hombre. Ella estaba lista para abandonarlo todo, su casa, las responsabilidades, sus hijos, a Andrés e incluso tal vez a Carlos. Catín amó la sensación de libertad que encontró a través de su clítoris y se expandió por todo su cuerpo.
 

“Me volví infiel mucho antes de tocar a Carlos Vives” Mastretta, A. (1985) p. 171.
 

Si bien la mujer habría quedado encantada al ver al hombre en acción, dirigiendo una orquesta, no puede evitar sentir un cambio en ella, conmocionada por la música y seducida por el peligro que implicaba una nueva vida. ¿Qué mejor forma de comparar esa sensación con la que nos provocaría una orquesta en vivo? Cerré el libro después de leer la última página con lágrimas en los ojos, un nudo en el estómago y ganas inmensas de sentirme igual que ella: seducida por la música y por la búsqueda del amor a través de la libertad plena, sin expectativas ni ataduras.

Valentina Quispe

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En la tierra somos fugazmente grandiosos

En la tierra somos fugazmente grandiosos (título original: On Earth We’re briefly Gorgeous), es la primera novela publicada por el poeta vietnamita-estadounidense Ocean Vuong. Es una novela epistolar, una carta de un hijo a su madre que no sabe leer. La carta recorre la vida de “Pequeño Perro”, nombre con el cual el protagonista y narrador se refiere a sí mismo. Pero también navega sucesos previos a su vida y cómo estos han llegado a afectar y conformar su realidad, tanto la vida de sus padres y abuelos, como la misma guerra de Vietnam. 

 

Es un libro claramente escrito por un poeta, pues, la única palabra con la que se puede describir la prosa es belleza. El lenguaje usado en este libro es bello, y Ocean Vuong sabe cómo utilizar sus habilidades para escribir poesía, para crear imágenes, y para ofrecer una experiencia de lectura íntima con el lector en la que expresa sensaciones y emociones que son casi imposibles de expresar. Es un libro que salta de reflexión profunda en reflexión profunda, mientras nos narra de manera hermosamente escrita, sobre la vida de este personaje desde que es un niño. Nos narra la vida de un niño inmigrante que vive con su abuela y su madre en Connecticut, y que tienen una experiencia de vida en la cuál se ve afectado tanto por Vietnam que se encuentra a miles de kilómetros de él, como por el Estados Unidos en el que se encuentra y dónde crece. 

 

Esta novela se adentra en traumas generacionales y estrés postraumático producto de la guerra, los cuales adquiere a pesar de no haber vivido en esa época, ya que de alguna manera su abuela y su madre se lo transmitieron a él. Otro tema esencial en este libro es la homosexualidad, y cómo esta persona y su madre lidian con esta realidad suya.

 

Pero claramente, el tema esencial de este libro es la relación con su madre. Es su forma de enfrentarse a su vida misma, es su forma de lidiar con todo el peso que carga por todo lo traumático y trágico que ha tenido que experimentar, pero llegar a aceptar todo ello. Es una carta que refleja el amor incondicional y turbulento que siente por su madre a pesar del abuso que ha podido llegar a sufrir a manos de ella. 

 

Es una novela con tintes semi autobiográficos, que, en mi opinión, sirve para sanar. Pues el fin de la carta no es que la lea su madre, porque la madre jamás la leerá. La carta es una carta para él mismo, una carta en la que reflexiona sobre distintos momentos de su vida, y una carta con la que busca la paz.

Fabricio Lobatón

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Seúl, Sao Paulo

Una nación desgarrada con problemas sin resolver. A lo largo del tiempo cada generación desde sus fortines alrededor del mundo encuentra la forma de interrogar sus verdades heredadas. En los intersticios de la adolescencia y el desarraigo, Gabriel Mamani Magne traza en Seúl, São Paulo la ruta de dos primos –uno nacido en La Paz y otro en la diáspora boliviana de Brasil– cuyas búsquedas revelan la complejidad de "ser boliviano" hoy. El autor examina con mirada a veces descarnada, a veces poética, cómo se construyen y fluyen las identidades de estos jóvenes. La novela recurre a un narrador adolescente anónimo, cuya mirada irónica y ácida despliega escenas de escuela, ejército, familia, sexo y amistad en un lenguaje rápido y sugerente. Como destaca la crítica, el relato produce una "dulce colisión" entre el primo que regresa a Bolivia y "no quiere perder la identidad del lugar que dejó" y el que se queda y anda "buscando la suya donde puede". Esta tensión, junto con ingredientes tan diversos como la cumbia, el K-pop, el ejército y los sabores familiares, convierte el libro en una herida de significados abierta donde cada referencia –la música, el idioma, la piel– contribuye a desplazar significados fijos. La propia sinopsis editorial resalta que el texto sigue a sus personajes "provocando reflexiones sobre relaciones de poder, xenofobia, racismo y configuración de la identidad".


Como señala Criales (en su crítica para El País), Mamani incluso evita dar nombre al narrador, subrayando que la identidad es algo en disputa permanente. En efecto, La forma breve apunta que el libro "desarma todas las identidades, que no permite a ningún personaje 'ser' algo definido, aunque les pregunta todo el tiempo qué son". En este sentido, el texto es un tejido polifónico de códigos: el español, el aymara, el portugués, los gestos de los cuerpos, las coreografías de danzas, entrecruzándose en lecturas posibles. Citando a Barthes, podríamos recordar que el texto deja de ser un mensaje unívoco para transformarse en "un tejido de significaciones, un espacio de significación múltiple" donde las voces culturales se imbrican y se renegocian.


Los personajes hablan de patria, del servicio militar y de mitos ancestrales/populares qué no dejan indiferente a cualquier bolita que hojee el libro, a ratos parecen tan ajenas como absurdas – estas nociones se vuelven igual de quiméricas y ridículas como los cuentos de tu tío borracho. Así, la idea de "ser boliviano" aparece presentada como un mito: un discurso históricamente construido y naturalizado. En la historia, la identidad patria surge en dos niveles fantasmagóricos, como si se tratara de un país y una identidad que solo existiera en las leyendas que adultos y adolescentes se cuentan o se lanzan a la cara.

 

De cierta manera la novela desnuda o exhibe ese mito nacional: lo vuelve visible, contingente, desnaturalizando discursos hegemónicos. No hay mitos eternos, no son naturales sino que son siempre históricos, por lo que debemos leer esas leyendas patrióticas como construcciones culturales. Mamani recoge ese desafío: al mostrar lo tribal de las rivalidades locales (Bolivia vs. Brasil) y las aspiraciones de sus jóvenes (un primo que quiere verse coreano, otro que explora la masculinidad andina), desmitifica las rígidas etiquetas étnicas y nacionales.


La identidad andina es intrínsecamente híbrida y "en permanente estado de ebullición", una visión que casa con la novela, donde lo aymara y lo mestizo conviven sin cristalizar. Nuestras identidades no son lineales ni homogéneas sino ch'ixi (mezclas inacabadas), como ejemplifican estos primos: uno blanco-asimilado que descubre raíces aymaras, otro indígena resignificando sus lazos con la ciudad. Por su parte, el discurso del mestizaje oficial suele invisibilizar la alteridad indígena, manteniendo formas veladas de racismo estructural. En Seúl, São Paulo eso se ve en el episodio brasileño: los bolivianos son señalados por su origen (un "billete de un dólar" viviente) y marcados como extraños; Tayson entra y sale de tiendas por sus rasgos físicos, hasta que la adolescencia lo expulsa de su identidad prestada. Esa discriminación diaria indica que el racismo no es un tema lejano sino una realidad social escrita en los gestos cotidianos.

 

La novela muestra la hibridez cultural en estado puro: entre el mate de coca y el K-pop, entre los ritos militares y los mitos orales, invita al lector a cuestionar las verdades dadas. En suma, Seúl, São Paulo pone en escena el desarraigo y el mestizaje de la Bolivia contemporánea, desnaturalizando discursos y ofreciendo al mismo tiempo múltiples lecturas posibles de la identidad –todo un ejemplo de la nueva literatura andina que reinventa su propio mito nacional.

Alejandra Almaraz

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El forastero misterioso

“La fama es un vapor. La única certeza que hay en la tierra es el olvido”. Tenía 12 años y con esa frase empezaba la escena, esa escena que luego vería repetidas veces en YouTube, de la película que mi hermana me mostraba, Las Aventuras de Mark Twain (1985). El escritor estadounidense, que viaja en globo de aire junto a sus personajes más icónicos, aterriza en una isla en la que Tom Sawyer, Huckleberry Finn y Becky Thatcher conocen a un personaje de máscara blanca y armadura, de la novela de Twain El Forastero Misterioso. Yo nunca fui de obsesionarme con autores en concreto, mucho menos en esa época, pero mi hermana sí, y Mark Twain marcó la obsesión del año y la curiosidad me hizo seguirla, en particular con esta novela. Pero no fue aquella leída en 2015 la que me marcó, sino la releída en 2021 que se sintió como la primera, confirmando que, en efecto, la única certeza que tenemos es el olvido.

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El Forastero Misterioso es la obra póstuma de Mark Twain, publicada en 1916, seis años después de su muerte. Cuenta la historia de un pequeño pueblo austriaco, atrasado en la transición de la Edad Media a la Modernidad, y tres chicos que conocen a un hombre extraño, un extranjero. El hombre, en vez de ser hombre, era un ángel de apariencia humana. Su nombre: Satán, “un nombre lamentable para un ángel”. El extranjero ángel Satán posee habilidades mágicas y milagrosas, pero rápidamente demuestra que sus motivaciones son, lejos de bendecir a la humanidad como los ángeles descritos en las historias bíblicas, evidenciar su desprecio y lástima hacia los hombres y sus irremediables defectos.

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“No podemos obrar mal; tampoco tenemos inclinación a hacerlo, puesto que no sabemos lo que eso es”. En su paso por el pueblo y sus visitas constantes, Satán cuestiona a los tres protagonistas sobre la moralidad y esencia del hombre. Seres inferiores, contradictorios, que viven del autoengaño, un falso egocentrismo que solo los conduce a su fin. Asimismo, interviene en el destino de varios de los aldeanos, provocando muertes prematuras, encarcelamientos, sentencias insospechadas. Su presencia es cada vez más desesperante para los jóvenes y suplican al extranjero que se detenga, pero para Satán, cuando el ser humano está solo destinado a ser miserable, no hay mejor destino que la muerte.

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El humor, indulgencia y jovialidad que caracterizaba la literatura de Twain se fue desvaneciendo con los años hasta adquirir un tono irónico, escéptico, más bien amargo, que con esta novela llegaría a una total oscuridad y desesperanza sobre la miseria humana. Antes de las guerras mundiales, de la era tecnológica que sirvió para llevar a un nuevo nivel los horrores de la humanidad, Mark Twain ya veía resignado a una especie cuyo destino era la autodestrucción, producto de su natural codicia, que todo en lo que cree (la felicidad, la grandeza, Dios) es falso.

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Y luego de cuestionar el absurdo de la moralidad humana, la existencia misma pierde significado. El monólogo con el que concluye la escena de la película no es más que un minúsculo fragmento de la verdadera despedida del extranjero. “La vida en sí es solo una visión... Un sueño. Nada existe, salvo espacio vacío y tú... Y tú no eres más que una idea, una idea errante, una idea inútil, una idea sin hogar”. Y se desvanece. Y el protagonista, al igual que yo aquel 2021, comprende que todo lo que había dicho era verdad.

Brandon Flores

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Las trampas del deseo

Hay un montón de libros que te hacen llorar, te sacan de tu realidad o agitan tu corazón como un tambor, y no existen los malditos anuncios. Hoy quiero compartir mi libro: Las trampas del deseo de Dan Ariely. Si tienes un padre que no cree en ti, un amor que parece nunca hundirse en lo que es real o una mascota que ya no está contigo, este libro tiene un significado profundo para todas esas emociones que puedes estar sintiendo. A los 18 años, Dan Ariely sufrió un lamentable accidente que le dejó el 70% de su cuerpo con quemaduras. Los siguientes tres años de su vida los pasó en un hospital, cubierto de vendas, sintiendo dolor cada vez que las enfermeras le retiraban las vendas. La mitad de su cara estaba quemada.

 

En Las trampas del deseo, Ariely nos enseña a racionalizar nuestros instintos, a entender por qué actuamos de cierta manera, el porqué de nuestras trampas, los beneficios y consecuencias de nuestras acciones, y cómo nos autoengañamos. Una de las ideas principales del libro es que todos somos peones en un juego cuyas fuerzas a menudo no comprendemos. Normalmente nos vemos a nosotros mismos como si estuviéramos al volante de un coche, creyendo tener el control total sobre nuestras decisiones y la dirección que toma nuestra vida. Sin embargo, esta percepción está más relacionada con nuestros deseos y con cómo deseamos vernos a nosotros mismos que con la realidad. Muchos capítulos de este libro describen fuerzas emocionales, la relatividad de nuestras decisiones y las normas sociales que influyen en nuestro comportamiento. Aunque estas fuerzas ejercen un gran poder sobre nosotros, tendemos a subestimar su impacto. No es que nos falte conocimiento; lo que nos falta es práctica, y eso es lo que nos enseña este libro. Nos falta carácter. Estas influencias afectan tanto a expertos como a novatos de manera sistemática y predecible, y el resultado se traduce en cómo nos va en la vida y en cómo hacemos negocios, que son parte de nosotros. Además, el libro incluye ilustraciones que muestran ilusiones visuales, lo que refuerza la idea de que nuestra percepción de la realidad puede ser engañosa.

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