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“No se odia lo suficiente a los periodistas”

Alejandra Almaraz
1 de mayo de 2025

Hay una cosa que me gusta de Javier Milei y es que, a pesar de ser presidente de un país ajeno, sus errores y controversias son buen punto de partida para analizar problemas que afectan a toda la región, y sus polémicos tuits el gancho perfecto para iniciar la conversación y atraer a los lectores. En los últimos días, sus ataques cibernéticos se dirigieron más que nunca a los periodistas a partir del rumor de que Manuel Adorni, su vocero y candidato a primer legislador de Buenos Aires, no se presentaría al debate de candidatos, así como la noticia de que el jefe de Estado habría llegado tarde al funeral del Papa Francisco. Su extenso y viral tuit concluye con: “si no empiezan a pedir perdón, cada día valdrá más la frase: "la gente no odia lo suficiente a los periodistas".”

Seres despreciables, ejército de mitómanos, “ensobrados”. Milei está popularizando la conjunción de este término coloquial para acusar a los periodistas de estar comprados por políticos detractores para sacar contenido falso en su contra. Es decir que, el presidente que dio una entrevista que fue pactada y editada con el periodista Jonatan Viale para dar aclaraciones sobre la escandalosa promoción de la criptomoneda $LIBRA, acusa a otros periodistas de ser corruptos.

Sin intención de profundizar en los pormenores del caso argentino, incomodar a la autoridad es una cualidad fundamental del periodismo y, para que el periodismo pueda incomodar a los de arriba, este tiene que ser poderoso e influyente. Sin embargo, a pesar de este episodio mediático, el periodismo ya no tiene el poder que tenía antes, y esto pasa en Latinoamérica y en todo el mundo. La Economía Política de la Comunicación estudia las dinámicas de poder y cambios en las estructuras económicas que influyen en la producción y difusión de información, y gracias a este enfoque podemos entender que tanto la política como las tendencias en el mercado juegan parte en la conocida crisis del periodismo.

Fotografía: Toni Villazón

A pesar del derecho universal a la información, los cambios en el mercado por la digitalización están sistemáticamente eliminando puestos laborales en los medios de comunicación (tal como ocurrió en otras industrias) y los Estados están distanciándose de su función reguladora que permitan el libre ejercicio del periodismo diverso e independiente. En Bolivia, el periodismo está tan en crisis como el resto del país, con medios de comunicación cerrando o debiendo más de dos años de salarios a sus trabajadores, y no hay Estado que proteja el derecho de sus ciudadanos a seguirse informando.

Por otro lado, el periodismo que sí logra concretar su labor es hostigado, desde los insultos de Milei por Twitter hasta asesinatos a periodistas que son frecuentes en países como México. En nuestro país, el informe del 2024 de la CIDH “Cohesión social: el desafío para la consolidación de la Democracia en Bolivia” muestra que el gremio periodístico se encuentra desprotegido y vulnerable a violencia, como se evidenció en varias de las protestas de 2019 y 2022, en las que periodistas fueron especialmente agredidos. Y en 2024, la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia reportó 182 vulneraciones a la libertad de prensa.

Asimismo, las redes sociales nos trajeron a una era de sobreinformación y saturación de contenido que, lejos de garantizar una democratización de la información, en los hechos provocan mayor desinformación y superficialidad en el contenido. ¿Cuál es el rol del periodista en la era de la sobreinformación? Se debe entender que no todas las plataformas que difunden información hacen periodismo, y esto asumiendo erróneamente que la información en cuestión sea siquiera verdadera todas las veces. Hoy, se necesita periodismo más que nunca. Periodismo serio, periodismo profundo. Se necesita periodismo para filtrar la información, revisarla, analizarla. Se necesita periodismo para conocer y analizar el estado de la inflación en el país, para interpelar a los políticos que pretenden gobernarnos, y para comprobar si, efectivamente, el presidente de Argentina llegó tarde al funeral del Papa.

¿No se odia suficiente a los periodistas? Con la precarización laboral, la disminución en el consumo de noticias y los gobiernos en contra, posiblemente el periodismo sea de los oficios más detestados, hasta por nosotros, los mismos periodistas. “Un oficio maldito”, dijo Jorge Fernández para La Nación. No obstante, los tuits de odio de Milei, lejos de ser desalentadores, son para mí una luz de esperanza, la esperanza de que el periodismo sigue teniendo poder, incomoda, llega a la gente, genera discusión. Al final, este oficio maldito y odiado se trata de eso, de interpelar y llegar a la gente. Al final, se trata de la gente.

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