
Cuento de parte de un niño más: el reestreno de La Tumba de las Luciérnagas
Isabel Panozo
12 de febrero de 2025
Cuando creíamos que el reestreno de ‘Interestelar’ sería el más importante de los primeros meses del año, ‘La Tumba de las Luciérnagas’ llegó para sacudir los cines alrededor del mundo nuevamente, y no se habla necesariamente en cuestión de taquilla, sino por la precisión del momento del re-estreno. Este drama japonés de la época de la Segunda Guerra Mundial, desde su primera función nos invita a pensar en el impacto de los conflictos bélicos a nivel humano y los efectos colaterales, un tema recurrente en su productora ‘Studio Ghibli’ y también muy apegado a la actualidad mediática.
‘Hotaru no Haka’, como es llamada en su idioma original, es un filme que marca un antes y un después en la persona que lo ve por su aproximación a la guerra desde el efecto colateral menos explorado: la pérdida de la niñez. Basado en la obra de Akiyuki Nosaka, la historia sigue a los hermanos Seita y Setsuko, dos niños que pierden a sus padres en situaciones críticas y se ven descuidados por sus parientes más cercanos, por lo que tienen que aprender a valerse por ellos mismos a una corta edad; enfrentando el hambre, la enfermedad, el egoísmo y la negligencia, Seita busca resguardar y procurar a su hermana menor sin pensar que él también debería ser protegido.
La cinta inicia con lo único que puede escucharse tras terminar un bombardeo: el silencio, un vacío que se ve aturdido por la aparición del fantasma de Seita que empieza su narración con una línea impactante: “La noche del 21 de septiembre de 1945, morí”. Solitario y agonizante, el niño de carne y hueso aparece ante los ojos de su espíritu, despidiéndose de un mundo terrenal en el que no importa, en el que es un número más en la estadística, un mundo en el que tanto él como su memoria son desechados de forma sencilla por los guardias de la estación de tren de Sannomiya, haciendo como si nunca hubiera existido.

A lo largo de este trabajo dirigido por Isao Takahata, Seita realiza un viaje dantesco a través de su memoria, desde el inicio de los bombardeos en su prefectura, evento que lo llevará, no sólo a asumir el rol masculino de la familia, sino a fungir el papel del mayor en un entorno desconectado y demasiado adulto para él; hasta la trágica muerte de su hermana debido a la inanición, pese a hacer su mayor esfuerzo por conseguir lo necesario para Setsuko y por pretender que todo estaba bien, guardando para él su frustración y tristeza. Durante este recorrido, tanto Nosaka como Takahata se nutren de los sentimientos negativos experimentados durante la guerra, en especial Akiyuki, que refleja sus experiencias en su libro, para plasmarlos en una historia tan emotiva como desafortunada; que estudia la fragilidad de la inocencia en una normalidad de conflicto.
Pero existen elementos que reflejan los momentos de esperanza para los hermanos: las luciérnagas y los dulces de fruta favoritos de Setsuko; sin embargo, así como es perceptible su existencia, también es efímera, porque en el momento en que se acaban los dulces y se apagan las luciérnagas, lo peor viene para Seita. Enfrentarse a ‘lo que pudo ser’, si hubiera hecho un poco más por alimentar a su hermana, lo atormenta y se ahoga en soledad al perder a la única familia que le queda, alejándose del que era su hogar para dejarse fallecer lentamente. La guerra termina, no obstante, eso es lo que sucede con los que se quedan sin nada.
Aunque el re-estreno de ‘Hotaru no Haka’ parece totalmente aleatorio (haciendo una revisión de estrenos, el más cercano a celebrar serían los catorce años del doblaje latino), aparece en un momento preciso en el que es necesario reflexionar nuevamente sobre las atrocidades de la guerra y, en especial, pensar en los principales afectados de este tipo de conflictos: las nuevas generaciones. De igual modo, si bien no pareciese, advierte el peligro de las políticas y pensamientos radicales, que tratan de imponerse de forma violenta, alejándonos de la empatía y la comprensión. Ante un panorama global tenso, donde resurgen las ideologías extremistas y en el que cualquier movimiento en falso puede desatar problemas, pareciera una invitación a evitar a toda costa otro desastre de tal magnitud, ya sea evitando el mismo conflicto o la negligencia que se demuestra en tal contexto. Busca evadir una coyuntura en la que no sólo la pérdida de la vida significa la muerte, un estado en el que hay que asumir más responsabilidades de las que nos tocan, una situación en la que nos queda enterrar las luciérnagas y despedirnos de todo.