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Incendies: la película que nos arde desde adentro

Olivia Fischer
27 de abril de 2025

Un espacio donde aquellos interesados en el séptimo arte podrán disfrutar de una nueva propuesta, el Cineclub Crudo, en la ciudad de Cochabamba, trae una nueva alternativa de entretenimiento para aquellos interesados en explorar el cine a través de películas seleccionadas con ciclos mensuales que traerán siempre algo nuevo, para no dejar de sorprender a los espectadores. El ciclo de abril, titulado “Damaged” y compuesto por películas de géneros como gore, surrealismo y horror, empezó con la película "Incendies” (2010), proyectada el pasado 9 de abril en Stones Restobar; dando inicio con una película que deja de que hablar.

Atrapante, dramática y conmovedora, Incendies, por su título en francés, es una historia que interpela al espectador a través de una narrativa innovadora, dejándonos descubrir lentamente las capas de una historia compleja y emocionante. Este film, dirigido por el director canadiense Denis Villeneuve, es una adaptación de la obra de teatro escrita por el dramaturgo y actor, también canadiense, Wajdi Mouawa, quien parece proyectar algo de su propio pasado, dado que explora su ascendencia libanesa, con todo lo que conlleva la historia de este país.

Todo empieza con Jeanne (Mélissa Désormeaux-Paulin) y Simon Marwan (Maxim Gaudette), dos mellizos canadienses que acaban de perder a su madre Nawar (Lubna Azabal). Tras el deceso, los mellizos acceden al testamento que había dejado a cargo de su empleador y notario, Lebel (Rémy Girard), quien tiene un aprecio profundo por la difunta y tratará a lo largo de la película que sus deseos sean honrados y respetados.

Jeanne, una estudiante del doctorado de matemática, deberá embarcarse en lo que parece ser el problema más difícil de su vida, dejando atrás su país para ir en busca de un padre que creía muerto y un hermano del cual no conocía la existencia; todo esto con el objetivo de cumplir el deseo de su madre: dejarles una carta sellada a cada uno de ellos.

Para esto, Jeanne irá a Líbano, país de origen de su madre, donde, lejos de hallar respuestas, se chocará con el pasado sinuoso de esta. Encontrará una historia, que al igual que la matemática, está llena de enigmas que lejos de solucionarse, se expanden y multiplican para dejar al descubierto el propio sinsentido de la vida humana. Deberá atravesar diferentes lugares y hablar con muchas personas, todos ellos con algo diferente que contar sobre su madre, Nawar. Revivir el pasado de su progenitora, a través de la construcción de otros, implica para Jeanne desterrar el dolor de una familia, de un país y de la propia Nawar; descubrirá a su madre como una figura de resistencia y lucha, recordada en su país como “la mujer que canta” por su manera de lidiar con la violencia y tortura en la cárcel, apodo que también le da nombre a la obra original.

Fotografía: Toni Villazón

Simon, por su parte, al principio se rehúsa a cumplir con las peticiones extravagantes de la difunta y parece desinteresado en descubrir a esa mujer que existió antes de convertirse en su madre. A lo largo de la película, veremos a Jeanne intentando convencer a su mellizo en embarcarse junto a ella en esta travesía, hasta que este finalmente cede y viaja al Medio Oriente a encontrarse con su hermana y el fantasma de su madre. Se verán así los hermanos, siguiendo el trazo de una mujer que parece trascender el paso del tiempo, como una figura llena de misterio. Los mellizos enfrentarán un duro camino hacia la verdad, con encuentros crudos, hasta con los mismos torturadores de su madre, dejándolos perplejos ante el dolor acumulado en esa mujer que les dio la vida.

Aunque proveniente de una familia cristiana, Nawar se niega a aceptar la violencia que toma las calles de su país, donde la religión parece ser razón suficiente para que el ejército cristiano justifique la exterminación salvaje de la población musulmana. Es así que, tras vivir una serie de episodios que hacen que se cuestione las verdaderas intenciones del ejército, Nawar se vuelve una aliada a los grupos insurgentes que luchan contra el régimen autoritario de la región; convirtiéndose en una pieza clave para la lucha interna de este país, dejando así un legado que será controversial para aquellos que vivieron en esa época tan complicada.

Es una película que permite a los personajes jugar con la percepción, dejando a la historia de un país contarse a través de un par de hijos que han perdido a su madre. Como su título refleja, es el incendio de un pasado doloroso.

Giros inesperados, misterio y acertijos; esta película tiene todo para mantenerte conmovido e intrigado a la vez, con una tensión agradable de principio a fin y con personajes vulnerables, cambiantes, cínicos, delirantes, valientes y todo aquello que transgrede nuestra humanidad en situaciones donde se juegan la vida, el amor y la muerte. Una propuesta íntegra, con una dosis justa de crudeza en las escenas de combate y un ritmo que permite intercalar la nostalgia con la impotencia, dejando a la luz la complejidad de la ausencia y explorando los límites de la moral.

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