
La luz se apaga para iluminar la crisis del agua: Hora del Planeta en Cochabamba
Fabricio Lobatón
Comunidad Juvenil Bolivia
PBACC Bolivia
17 de marzo de 2025
“El silencio es el grito más fuerte”, dijo alguien alguna vez, y en la oscuridad programada de Cochabamba, este silencio busca hacer resonar con más fuerza el mensaje sobre la crisis del agua. Durante sesenta minutos cada año, cientos de ciudades se sumergen en las sombras. Las luces se extinguen una tras otra. Los monumentos se desvanecen en la noche. No estamos ante un corte de energía imprevisto, sino frente a un acto calculado, una pausa colectiva, un ritual urbano que permite a la ciudad respirar mientras sus habitantes piensan.
En 2007, Sidney inauguró lo que se transformaría en el movimiento ambiental de mayor alcance global. La Hora del Planeta surgió como un gesto, apagar las luces durante una hora para visibilizar la crisis climática. Lo que comenzó como iniciativa australiana conquistó el planeta. Ahora, dieciocho años después, más de 190 países participan en este ritual de oscuridad programada.
El movimiento creció y se transformó. Ya no se trata solo de reducir el consumo energético durante una hora al año. Se convirtió en catalizador de acciones permanentes. Anualmente, el World Wildlife Fund (WWF) establece un tema central. En 2025, el agua ocupa ese lugar privilegiado.
La elección responde a un calendario preciso. El 22 de marzo se conmemora el Día Internacional del Agua, recurso que escasea mientras la crisis climática intensifica tanto sequías como inundaciones. La coincidencia con la Hora del Planeta, programada entre las 20:30 y las 21:30 del mismo día, hechos que potencian el mensaje.
En Cochabamba, el agua define identidades y conflictos. La ciudad que protagonizó la "Guerra del Agua" en 2000, cuando sus habitantes se alzaron contra la privatización del servicio, recuerda ahora, veinticinco años después, una lucha cuyos objetivos siguen pendientes.
La ciudad cuyo nombre indígena significa “llanura con lagunas” enfrenta una contradicción estructural. Con 632,000 habitantes y cerca de 200,000 viviendas según registros oficiales, la distribución de agua expone las fisuras de un sistema incompleto. De 177,376 conexiones de agua registradas, apenas 107,878 corresponden a la red pública. Los demás habitantes dependen de alternativas: 7,697 utilizan piletas públicas, 49,965 recurren a carros repartidores, 10,557 extraen de pozos propios y 1,141 captan agua de fuentes naturales como lluvia, ríos o vertientes (CEDIB, 2023).

El déficit se amplía constantemente. La demanda alcanza 1,800 litros por segundo, mientras la oferta apenas llega a la mitad, con pérdidas que representan el 46% del caudal disponible. Cercado, municipio donde se asienta la capital departamental, carece de fuentes hídricas propias. Las aguas que abastecen la ciudad provienen de jurisdicciones vecinas: las represas de Escalerani (en Tiquipaya) y Wara Wara (en Sacaba), complementadas con pozos ubicados en El Paso, Vinto y Quillacollo.
Esta dependencia territorial genera tensiones históricas. La galería filtrante de Ch'aquimayo, una de las fuentes actuales, está en disputa con Sacaba. Mientras tanto, los últimos intentos de perforación en Cercado, realizados hace más de diez años, no dieron resultados aprovechables.
Este año, los municipios de Cochabamba preparan un apagón coordinado. Las plazuelas y parques funcionarán como centros de reunión donde los ciudadanos participarán en actividades educativas antes y durante la Hora del Planeta. Grupos voluntarios, impulsados por PBACC-CBBA y Comunidad Juvenil Bolivia coordinan con autoridades locales para maximizar el impacto.
El programa incluye intervenciones artísticas, charlas sobre gestión hídrica y proyecciones documentales. El momento culminante llegará con el apagón. Los sesenta minutos de oscuridad servirán como espacio de reflexión colectiva: ¿qué hemos hecho por el agua? ¿qué dejamos de hacer? ¿qué podemos hacer mañana?
La oscuridad llega. Durante sesenta minutos, Cochabamba desaparece del paisaje nocturno. Solo permanece el sonido del viento, las conversaciones en penumbra, la respiración colectiva de una ciudad que piensa en su relación con el agua mientras experimenta la ausencia deliberada de luz. Después, los interruptores vuelven a su posición original. La ciudad reaparece en el horizonte. La pregunta es si algo habrá cambiado cuando regresen las luces.