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Lo que nos une es el odio: la política que crea barreras

Alejandra Almaraz
19 de abril de 2025

Amistades rotas, confianza traicionada, indirectas en redes sociales: este drama adolescente es lo que mejor describe el escenario político actual. En Bolivia nos dirigimos a elecciones nacionales en un contexto social y económico muy complejo y turbulento, “celebrando” el bicentenario con escasez de divisas, un modelo productivo colapsando y un Estado ausente. En un momento de tanta inestabilidad e incertidumbre, figuras políticas intentan surgir y ganarse a una población desesperada, “soy el líder que el país necesita”.

Tantos líderes necesitados tenemos, que ya rondan los 20 precandidatos presidenciales, por lo que surge la necesidad de crear alianzas y así quizás crear un proyecto común que finalmente saque al país de la crisis… Al momento que escribo este artículo, el “Bloque de Unidad” está quebrado, la alianza entre Manfred Reyes-Villa y Chi Hyung Chung se rompió y cada personaje que protagonizó los titulares de las últimas semanas se encuentra buscando cada quien un partido que lo acoja.

En el escenario internacional, Donald Trump anunció el pasado 2 de abril una serie de aranceles a países todo el mundo, con el fin de potenciar su industria nacional, pero aún más de presionar políticamente a sus adversarios. Esta guerra arancelaria se dirigió principalmente hacia China, el mayor rival comercial de Estados Unidos, poniendo aranceles del 145% acumulado a productos importados del gigante asiático. La respuesta ha sido feroz, tanto a nivel económico y político, como mediático: 125% de aranceles de vuelta y una serie de videos de TikTok de manufactureros chinos revelando los costos reales de las marcas de lujo. Aparte de China, Estados Unidos puso aranceles considerables a países con quien mantenía una buena y antigua relación, como la Unión Europea (20%) y Japón (24%), aunque en este momento la mayoría se encuentran suspendidos.

Fotografía: Toni Villazón

Los bolivianos tendemos a creer que el norte global y sus problemas están demasiado lejos de nosotros y de nuestro “tercermundismo”, pero la realidad es que nuestros problemas políticos tienen más similitudes de las que creemos. No somos el blanco de una guerra arancelaria, no nos disputamos poder político y económico con otras potencias, y en general estamos al margen y un poco más allá de la globalización y el comercio mundial. Pero, desde nuestro contexto, vemos una política desarrollarse en torno al personaje individual, a la construcción de barreras, a las divisiones y al odio.

Trump es “el líder que el país necesita” de los estadounidenses. Ganó las elecciones con un discurso en torno al nacionalismo exacerbado, odio a grupos minoritarios y, lo que se dice menos, gran nostalgia. Nostalgia a una “América” de hace un siglo que se hacía millonaria con la Segunda Guerra Mundial y vivía sus “felices años 20”. Identificó enemigos clave (los inmigrantes y los “enemigos internos”, que son sus opositores) y les declaró su propia guerra. En Bolivia, con una historia y realidad tan diferentes, vemos en nuestros políticos las mismas prácticas, clásicas del populismo, como el héroe que salvará a toda la población del desastre y recuperará la economía, el “nosotros contra ellos”, y hasta su propia nostalgia, nostalgia a la República o hasta los años de dictadura.

Un país polarizado en un mundo polarizado, el sentir que nuestro destino está en unas cuantas manos egocéntricas, no ver un proyecto que construya algo. Si vemos hacia el norte, veamos todo, veamos a qué tipo de país aspiramos, qué forma de política buscamos imitar. No podemos contra los aranceles impuestos por los países más ricos del mundo, pero para combatir el odio tenemos un voto en agosto y un derecho ciudadano constante.

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