top of page

Pinkwashing y escudarse en la comunidad LGBT para justificar un genocidio

Valentina Quispe
30 de junio de 2024

Estamos en el mes del orgullo y, como cada año, se hace visible el fenómeno del pinkwashing o lavado rosa. Este término se refiere a una estrategia política o de marketing en la cual se apela al consumidor mediante el “apoyo” a la comunidad LGBTQ+ por parte de una institución, empresa, persona o país, para así dar una buena impresión al público, sin apoyar genuinamente a la comunidad y con la intención de sacar provecho. A su vez, el lavado de imagen rosa tiene segundas intenciones, busca desviar la atención del público de las prácticas cuestionables que pueda realizar tal institución, empresa, persona o país; o incluso, llegar a justificar dichas prácticas.

Por ejemplo, en el área de marcas de ropa y moda rápida hay marcas como SHEIN o Zara que sacan colecciones de ropa con “temática LGBT”, que por lo general trata de ropa con diseños de arcoíris. Pero, al mismo tiempo, estas marcas, además de causar un enorme impacto negativo en el medio ambiente, básicamente se sustentan a base de la explotación y el trabajo esclavo de quienes fabrican sus prendas.

Durante la década del 2000 se popularizó el uso del término pinkwashing para referirse a distintas estrategias utilizadas por el estado de Israel para limpiar su imagen y apelar a los grupos progresistas. Mediante el pinkwashing, Israel busca desviar la atención extranjera hacia su “aceptación” de las personas del colectivo, en vez de ir hacia su ocupación ilegal en territorios palestinos y apartheid, entre otras violaciones de derechos humanos, leyes y tratados internacionales.

Irónicamente, nos encontramos nuevamente usando este término en el contexto de la más reciente agresión israelí a Gaza, siendo esta la más brutal y ya catalogada como genocidio. Es así que, a casi nueve meses del comienzo del bombardeo incesante en Gaza, muchos individuos y grupos sionistas van en contra de grupos LGBTQ+ que piden un alto al genocidio en la franja, argumentando que en Gaza los matarían por su identidad sexual o de género. Este es el epítome del lavado rosa.

El hecho de que muchos justifican el bombardeo y el asesinato de alrededor de 40000 palestinos, incluyendo a más de 13000 niños, simplemente con que “en Palestina hay homofobia y machismo” es profundamente problemático. En todo caso, en todo el mundo hay misoginia y homofobia, eso no justifica matar a decenas de miles de personas. Muchos grupos y activistas de la comunidad LGBTQ+ se han pronunciado en contra de esta narrativa y han resaltado varios puntos importantes que deberíamos tomar en cuenta.

Fotografía: Toni Villazón

Es inconcebible justificar un genocidio en nombre de los derechos de la comunidad LGBTQ+, pues en todo el mundo existe este tipo de violencia, no solamente en Palestina. Hay una frase que se dirige usualmente hacia mujeres y personas queer, que es “ve a Gaza y verás como te tratarán ahí”. El gran problema con este tipo de frases es que, en primer lugar, la solidaridad no es transaccional. Cuando existen injusticias, lo que está mal simplemente está mal, no importa quién sea la víctima. Es indignante que en medio de un genocidio se deba ver primero la religión y el color de piel de las víctimas para ver si se les puede hacer el favor de ofrecer nuestra solidaridad.

Las fronteras en Gaza están cerradas y nadie puede entrar ni salir, quien está matando en estos momentos a las mujeres y a las personas queer en Gaza es Israel. Porque parte de esta campaña de pinkwashing, es el borrado de las personas queer en Gaza. Las personas queer en Gaza primero se deben encontrar sanas, a salvo y sin riesgo de ser bombardeadas, antes de comenzar a luchar por sus derechos en torno a su orientación sexual e identidad de género. No se puede ser gay en libertad si uno está muerto. Al igual que en todo el mundo, en Gaza también hay personas de diversas orientaciones sexuales e identidades de género. Y los misiles israelíes no están precisamente hechos para esquivar ni niños, ni mujeres, ni personas queer: tienen toda la intención de matar a todo lo que se encuentre a su paso.

Una característica importante del pinkwashing es que, a quienes participan de esta estrategia, realmente no les interesa los derechos del colectivo LGBTQ+ e incluso llegan a ser responsables de atentar contra miembros de la comunidad. En este caso, Israel también es culpable de esto, siendo que existen varios casos en los que la inteligencia israelí, al descubrir que una persona palestina es homosexual, llega a extorsionarla para que les ayude con espionaje a cambio de no delatarlos con su familia. Esto no es tan lgbt-friendly como Israel dice ser.

Además, la campaña de pinkwashing ha funcionado a tal punto que olvidamos que en Israel no existe el matrimonio gay, solamente se reconocen los matrimonios homosexuales oficiados en el exterior. Su demonización hacia el pueblo palestino y la islamofobia que vienen alimentando desde hace décadas hace que el ojo occidental no vea estos detalles. En Israel hay marchas por el orgullo gay, mientras que en Gaza, las avenidas, las calles son irreconocibles, fueron totalmente destruidas, no hay lugar para marchar.

Es importante recordar siempre que la solidaridad no es transaccional. A la hora de protestar contra un genocidio, no se debe esperar nada a cambio. Además, tenemos que estar conscientes de que todas las luchas están conectadas y la libertad para todos se alcanza cuando todos seamos libres. Tenemos también que poder identificar cuándo la lucha queer se instrumentaliza para el beneficio de otros, porque, mientras personas como Biden agitan banderas de arcoíris y ponen sus pronombres en sus biografías de redes sociales, también financian genocidios y venden armas alrededor del mundo. Por esto mismo, a lo largo de las últimas décadas, los grupos LGBTQ+ han luchado también por los derechos y la libertad de los palestinos, porque ellos también entienden que para que las personas queer seamos libres, todos tienen que ser libres. Debemos seguir exigiendo un alto al fuego y fin de la ocupación.

bottom of page