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Tradición e identidad moral en La Sirena de la Jalancha, cuando las virtudes se arrancaron de su terruño

Fabricio Lobatón
29 de mayo de 2024

En el cuento "La Sirena de la Jalancha", Antonio Díaz Villamil nos sumerge en una pequeña comunidad rural boliviana de principios del siglo XX, donde perviven valores y virtudes tradicionales hispano-indígenas como eje axial de la vida comunitaria. Los personajes son constantemente juzgados por su adhesión o transgresión de estos preceptos éticos profundamente arraigados.

La protagonista Auca encarna honestidad, lealtad y abnegación, convirtiéndose en un dechado de virtudes para las mujeres. Su antípoda, Saturnino, representa la abyección moral por su codicia, hipocresía y falta de escrúpulos, lo que lo convierte en un paria social. Esta dicotomía discursiva entre virtud y vicio resuena con la crítica de Alasdair MacIntyre a la ética moderna, desvinculada de sus raíces histórico-culturales y reducida a preceptos abstractos desanclados de la vida real. Villamil erige un universo ficcional donde las nociones éticas no son meras conjeturas teóricas, sino que se hallan orgánicamente entretejidas en la trama viva de la tradición cultural y la experiencia compartida.

El cuento niega la "falacia naturalista" de derivar normas éticas de descripciones fácticas. Las virtudes no son deducciones lógicas, sino que emergen del sustrato de la herencia cultural híbrida y la vivencia comunitaria compartida. Las virtudes se conciben, no como principios universales, sino como códigos locales de conducta anclados en una tradición específica.

Fotografía: Toni Villazón

Los personajes son enjuiciados, no sólo por sus acciones individuales, sino por el impacto en el bienestar colectivo, desnaturalizando la ética individualista y la vuelve a situar en el contexto social y político de la vida comunal. La figura de Don Alfredo encarna la autoridad moral emanada de su rol como depositario viviente de los valores fundacionales ancestrales. Pero esta placidez idílica se ve amenazada por la irrupción de la modernización y el cambio cultural. Nuevos personajes como Sofonías representan la dislocación de una mentalidad individualista importada. El comercio y la codicia económica presagian la disolución de los antiguos lazos comunitarios.

Villamil advierte sobre el riesgo de perder el sustrato ético que amalgama la comunidad. Sin el marco referencial de la tradición compartida, las virtudes se vacían de sentido práctico, propiciando una entropía axiológica donde sólo reina la ansiedad por "bienes externos" ficticios como dinero y poder. Esta ausencia de un orden moral sólido conduce al caso trágico de María Rosa, quien, inicialmente motivada por un amor genuino, termina traicionando y contribuyendo a la muerte de su amante en un arrebato de ira y venganza, revelando la proclividad humana a sucumbir ante los impulsos más sombríos cuando las pasiones se liberan del cauce de la virtud tradicional.

Así, del cuento deviene una crítica a la lógica desacralizadora y atomizante de la modernidad. Al erigir una realidad ficcional donde las virtudes aún viven orgánicamente, Villamil pone en entredicho el mundo contemporáneo y su tendencia a desarraigar la ética de su sustrato comunitario y tradicional. Es un clamor desesperado por preservar los últimos reductos de una moral enraizada en la vivencia compartida de la comunidad.

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